¿El cambio climático? O la barbarie del capitalismo
Líderes indígenas independientes en conferencias sobre el clima sin representación adecuada de los pueblos indígenas
La justicia medioambiental es más que palabras. Es acción. Implica el reconocimiento y la garantía de los derechos. Los pueblos indígenas tienen más que el derecho a dirigir la acción climática, han demostrado y se han ganado la autoridad moral.
A propósito del publicitado evento COP 28, que por estos días se realiza en Dubái, donde asisten quienes ostentan el poder de decisión frente a los destinos de la salud del planeta y la especie humana; desde distintos espacios de la tierra y desde diversas culturas que somos el jardín de la humanidad y no tenemos la oportunidad de hablarles presencialmente, enviamos un mensaje desde nuestro sentir, sobre el tema que los ocupa en ese importante espacio de discusión política en la ONU.
Los Pueblos Indígenas, desde nuestras tierras ancestrales, venimos alertando desde hace décadas sobre el error del sistema capitalista que ha sustentado la idea del desarrollo bajo el modelo utilitario y cosificador de los recursos vitales de la naturaleza. Este modelo, entrelazando la política y el mercado, ha dado lugar a un poder incontrolable que ahora amenaza todas las formas de vida existentes.
Contrario a la visión y práctica de los Pueblos Indígenas, este modelo de desarrollo utilitarista ha sido incapaz de comprender el lenguaje y los códigos de la naturaleza, sus leyes y enseñanzas. En su afán de imponer el imperio de la modernidad, ha globalizado el espejismo del desarrollo materialista en torno a categorías y conceptos ajenos a los saberes ancestrales y a la idiosincrasia de nuestros pueblos.
Alrededor de ese modelo utilitarista de desarrollo se ha creado un lenguaje tecnicista de indicadores que marcan el termómetro de las desigualdades, que en esencia son de las injusticias; y se ha establecido unas pautas de comportamiento mercantilista y destructivo como el que contamina paga; olvidando la ética frente a la naturaleza y la responsabilidad frente a las generaciones futuras.
Este modelo utilitarista de bienestar, ha sido capaz de enfermar el entorno de la naturaleza, pero también ha enfermado el corazón y la mente humana en torno al ansia de poder sin ética, que se han convertido en la semilla de la codicia y la corrupción, que a su vez son causantes de toda forma de injusticia y del dolor ajeno.
Por lo tanto, el debate sobre el cambio climático, que en esencia significa la dolencia de la Tierra causada por el ser humano, no puede partir únicamente de la lógica de quienes actualmente ostentan el poder de decisión política y la influencia económica. También debe incluir el poder de quienes, durante siglos, han ejercido sabiamente la misión de ser guardianes de la naturaleza.
La justicia medioambiental, de la que mucho se habla últimamente, supone el reconocimiento y garantía de Derechos; en efecto cuando asociamos el tema de cambio climático y justicia ambiental, implica el previo reconocimiento de Derechos de la madre tierra; ella no es una cosa, es un ser viviente madre de la humanidad.
Si el sistema de las Naciones Unidas ONU, los estados que la conforman, al igual que las empresas económicas; en realidad buscan la salud del planeta, el primer paso a la sanación es el reconocimiento de Derechos de la madre Tierra, con carácter vinculante para los estados, donde el comportamiento de los gobernantes y de los pueblos estén en función de la dignificación de todas las formas de vida.
No se trata de una simple declaración de derechos a modo de protocolo; se trata de salvaguardar la vida, de reencontrarnos con la naturaleza, de cultivar la paz del mundo; este es el camino hacia una biodemocracia que necesita el mundo moderno, que debe tener en cuenta el elemental principio del RESPETO POR LA NATURALEZA, sobre lo cual los pueblos originarios seguimos haciendo memoria.
Por ello, ante la emergencia ambiental que enfrenta actualmente la humanidad, desde los Pueblos Indígenas, hacemos un respetuoso llamado al sistema de las Naciones Unidas (ONU) para que ejerza y defienda su misión en defensa de la vida planetaria. De igual manera, a los estados y gobiernos del mundo, para que la política sea gobernanza para la vida en torno a la pedagogía de los derechos de la Madre Tierra. Finalmente, a las empresas económicas, para que se den cuenta de que la mejor inversión está en garantizar la sostenibilidad de la vida como el camino correcto para la continuidad de nuestra especie.
Desde nuestros lugares de origen, diciembre 1 de 2023.
Hijos de la Madre Tierra.
Cofirmantes:
Ñawi K. Flores, Líder traslacional, Runa, Ecuador
Jayesh Joshi, Líder de Maharashtra, Bhil, India
Escrito por Michael Chindoy, representante legal de la Asociación Indígena Agro Pueblos. Tribu Kamëntsá, Colombia.